Esta leyenda está basada en dos grupos de estrellas de las constelaciones de Aguila y Lyra, ubicadas a ambos lados de la Vía Láctea, o río celestial. Uno de estos grupos representa al pastor de vacas y el otro a la joven tejedora.
El pastor de vacas y la tejedora estaban casados y vivían solamente dedicados a tributarse amor mutuo desatendiendo sus obligaciones.
Hasta que un día fueron obligados a hacerse cargo de su tareas habituales. A la joven tejedora solo se le permitía encontrarse con su marido el día siete del mes siete, donde podía cruzar la Vía Láctea a través de un puente de urracas.
Si llovía, los pájaros buscaban refugio en los árboles, el puente no se formaba y la joven tejedora debía esperar hasta el próximo año para encontrarse con su marido.
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